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MI HISTORIA

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Llegué al mundo en otoño, en una de la más bellas islas que existen llamada Mallorca. Fruto de Loli y Pepe, unos padres humildemente ejemplares y trabajadores de sangre granadina por muchas generaciones, que me enseñaron desde pequeña que en esta vida podía elegir ser quien yo quisiera ser y que, con esfuerzo y trabajo, conseguiría lo que me propusiera. Os aseguro que aquello se me grabó a fuego. Aquella frase se convirtió en mi mantra preferido. Tanto que, desde que pisé un escenario por primera vez a los 3 años no he querido hacer otra cosa.

Mi primer contacto con la actuación fue a través de la danza. Tenía claro que sería bailarina pero en ese futuro que había construido en mi cabeza, no existía el hecho de que mis rodillas no lo soportarían y que, después de varias lesiones, lo tendría que dejar. Fuera del escenario no sentía que encajara en nada. Así que cuando llegó el momento les dije a mis padres que me quería ir a Madrid a estudiar Artes Escénicas.

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Tenía 17 años, vivía en una isla y un entorno en el que dedicarse al arte (en cualquiera de sus formas) no era lo más habitual, así que comprendo el miedo que sintieron de primeras con la noticia y su reacción negativa. Pero yo ya lo había decidido. Hacía tiempo que sabía quién era, así que busqué una carrera en Madrid que me sirviera como excusa para irme a la gran ciudad y cumplir mi sueño.

 La carrera escogida fue Audiovisuales (bendita carrera) y fue en la universidad donde me uní por diversión con mis amigas al grupo de Teatro de la facultad donde tuve mi primer contacto con la interpretación. Conectar con el escenario me llevó de vuelta a mi deseo y al poco tiempo empecé a hacer castings de danza e interpretación a escondidas. Me daba miedo que mis padres se sintieran defraudados por seguir con esa idea, así que les oculté toda esta parte de mi vida en Madrid.

Pero la mentira me duró poco. No pasó mucho hasta que, tras 8 horas de casting para un musical en la Gran Vía, llamé a mi madre completamente desconsolada y le confesé que le había mentido, que no estaba en la universidad, que había estado haciendo una prueba muy exigente y que me habían rechazado. A lo que mi madre me respondió por primera vez, apoyándome  “No te preocupes, hija, la próxima vez te saldrá mejor”

Si lo llego a saber se lo cuento antes. A raíz de esa llamada todo cambió. Con el apoyo de mis padres ya nada me podía frenar. Y así fue. Casi sin darme cuenta estaba trabajando con grandes profesionales tanto en el cine, como de la televisión y el teatro.

En cuanto a mi formación como actriz, conseguí una plaza en una de las mejores escuelas de interpretación del país: el Estudio Corazza para el Actor donde, ahora sí, desde el primer día sentí que estaba en el lugar al que pertenecía, con gente con el mismo deseo que yo y donde aprendí lo que era actuar y el amor por este oficio. No podía ser más feliz.

A partir de aquí empezaron a pasar cosas alucinantes:

como actuar en películas como:

“Barcelona, nit d´hivern”“Barcelona, nit d’estiu” ambas dirigidas por Dani de la Orden

“La señora Brackets, la niñera, el nieto bastardo y Emma Suárez” de Sergio Candel

“Al final todos mueren”“Los amigos raros” de Roberto Pérez Toledo

en cortometrajes como

“El Iluso” de Rodrigo Sorogoyen,

“¿Te vas?” de Cristina Molino

o trabajar y aprender de la mano de

Juan Carlos Corazza

John Strassberg (tanto en Madrid como en Nueva York)

Pablo Messiez

Consuelo Trujillo

o Catalina Lladó

entre otros. 

aparecer en series de televisión como

“Amar en tiempos revueltos” de TVE,  

La pecera de Eva”

“Ángel o Demonio” de Telecinco 

o “Cuéntame como pasó” de TVE.

y representar las obras de teatro

“Mucho ruido y pocas nueces” de William Shakespeare y “Hambre locura y genio” ambas dirigidas por Juan Carlos Corazza; 

Ophelia”de Arturo Turón 

o “Drácula, biografía no autorizada”de Ramón Paso.

NO. No ha sido un camino de rosas. , esta profesión es tan dura como maravillosa a partes iguales. Y claro que me he caído no una, si no varias veces. Me he equivocado y cometido errores como todos. Pero de lo que estoy segura es que esos “errores y caídas” no son más que reafirmaciones que me han servido para crecer, salir adelante y sacar toda la fuerza que tengo para honrar a esa niña que siempre ha sabido quién era. Así que sólo puedo darle las gracias a esos momentos difíciles.

Y bien. Aquí estoy. Preparada para afrontar esta etapa nueva de mi vida, lista para trabajar y con plena conciencia de la importancia que tiene lo que hacemos, ya no como la niña que soñaba con ser actriz, si no como la mujer que es y será actriz. Porque eso es lo que soy. Una mujer. Una actriz.